Cada año, el 23 de abril, el mundo se detiene por un instante para celebrar el Día del Libro. Es un día dedicado a los lectores, a los escritores y, sobre todo, a los libros . Esos objetos que, aunque aparentemente sencillos, encierran un poder inmenso: la capacidad de transportar a cualquier persona a mundos lejanos y de desafiar nuestra manera de pensar y ver el mundo.
La celebración del Día del Libro es una invitación a reflexionar sobre la importancia de la literatura en nuestras vidas. Los libros son los testigos de la humanidad. En sus páginas se preservan historias, conocimientos, sueños y esperanzas de generaciones pasadas y presentes. Cada libro es un testimonio del ingenio humano, un reflejo de nuestras sociedades y una herramienta para el cambio.
El Día del Libro también es una celebración de la diversidad. La literatura no conoce fronteras y, a través de ella, podemos explorar culturas, idiomas y realidades que, de otra manera, serían inalcanzables. Al leer, nos convertimos en ciudadanos del mundo, capaces de comprender y apreciar la riqueza de la experiencia humana en su totalidad.
Pero más allá de la reflexión, el Día del Libro es también una llamada a la acción. Es un recordatorio de la importancia de fomentar la lectura desde una edad temprana. Es una oportunidad para compartir nuestros libros favoritos con nuestros amigos, para descubrir nuevos autores y géneros, y para renovar nuestro compromiso con la lectura como una práctica esencial en nuestras vidas.
Con diversas actividades celebramos esta semana. En donde destacaron los cuenta cuento, el trabajo conjunto entre estudiantes de niveles superiores y los más pequeños, concursos literarios y un perfecto desfile de disfraces.